sábado, 24 de noviembre de 2018

La Dulceida. Cuba años 50

Estimada familia y amigos de facebook. Hace unos años estuve visitando Cuba, tengo amigos cubanos, y creo que bién merecen una historia.

A ellos va dedicada, pero cuento con la compañía de Lucía. y Mary,  que de alguna manera es la protagonista de la historia.

Lucía, bella mujer,  que conocí haciendo la ruta Minóica en Creta, y que seguimos nuestra amistad por wsp debido a que no vive en Barcelona.

Pero aquel día si vino y quedamos en vernos y tomar un café. Entramos en la selecta pastelería Mauri en Barcelona, y allí nos encontramos con una antigua clienta mía.

Mary.

Cuanto tiempo, le dije.

Hola mija, como esás?

Bién, aquí con una compañera de viaje a tomar algo, te apuntas?

Las presenté.

Mary es cubana, de Mayabeque. Reside en Barcelona desde hace pocos años, y sigue por lo que vi teniendo ese lenguaje y acento tan característico de su país.

Nos sentamos las tres a comadrear como dice ella,  nos habló de su pueblo, de su país, de lo que lo añoraba al igual que a sus familiares. Unos seguían allí y otros en Miami, en los States.

Sabeis, dijo Mary, esta pastelería me recuerda a una historia que me contaba mi viejita cuando era fiñe ( niña)

Hay, cuanto me acuerdo de mi bella Cuba, cuanto, dijo.Tengo tantos recuerdos y esta historia me acerca tanto a ella, y que de tanto repetirla mi vieja, parece que me haya sucedido a mi.

Porque no nos la cuentas le dijo Lucía.

En serio quereis oírla.

Si, claro que si, dijimos.

Es una historia triste pero bonita.

Bueno, venga cuenta, le dijimos.

A Lucia y a mi nos hizo sonreir más de una vez, ( siempre desde el cariño ) durante el relato, por ese deje y sus palabras desconocidas para nosotros mezcladas con las nuestras, y que en más de una ocasión nos tuvo que traducir.

Era para el 1954, gobernaba por entonces el coronel Fulgencio Batista Zaldívar.

LLegó en un barco carguero con destino La Habana, era un joven Español, de Barcelona concretamente en busca de fortuna,  como único equipaje, su persona.

Pedro que así se llamaba él, tenía los ojos de color verde y el pelo negro, era bastante guapo. Los primeros días de su llegada, con su traje de lana,  sin nada con que cambiarse, con el calor que hace en mi Cuba, y durmiendo en la playa. Imaginaros al pobre muchacho lo mal que lo debió de pasar.

Pero mi gente es muy amiguera, y cuando entraba en alguna taverna, y lo veían en esas condiciones, le daban siempre algo para comer, esa era su única comida en todo el día.

Una mañana, estaba sentado como casi todos los días, en una esquina de una calle cercana al Hotel Ambos Mundos, donde vivía permanentemente Ernest Hemingway,  el señor que se sentaba en la terraza de la habitación de su hotel en calzoncillos delante de su máquina de escribir.

Le conoceis dijo Mary?

El escritor dijimos riendo.

Si, ese mísmo.

Sentado allí, el muchacho, escuchando la música de los transistores que la gente ponía en sus ventanas, y frente a una pastelería preciosa, La Dulceida, así se llamaba. Mirando todo lo que había expuesto y el trajín de gente que entraba y salía de comprar sus cakes.

Todos los días después de pasear por el Malecón, se sentaba en esa esquina para mirar la tienda.

Por entonces Cuba según me dijo mi vieja, tenía tiendas bonitas y mercados muy bien abastecidos y con mucha cosa para elegir. Aunque mi familia no tenía mucho moni.

Fue ese día donde cambió su suerte. En ese momento, en la esquina, pasaba una guagua, (bus)  a una joven aupair (niñera) se le escapó una niña pequeña de la mano, que fue corriendo a cruzar la calle. Cuando estaba a punto de ser atropellada,  Pedro dio un saltó, y salió corriendo cogiendo en volandas a la niña.

La calle se llenó de gritos de la gente, la aupair, llorando histérica del susto.

Salieron de todas las tiendas, ante la brutal frenada y gran alboroto, entre ellas los dueños de la Dulceida, que eran los padres de la niña.

Rápidamente cogieron a la pequeña de los brazos de Pedro y agradecieron su gesto, al verlo en aquellas condiciones, se interesaron por él y en agradecimiento por salvar a su hija le ofrecieron, un puesto de trabajo en la pastelería, de momento como cañonero. (recadero)

Pedro no cabía en si de gozo, incluso le habían adelantado algo de su sueldo para que pudiera alquilar una modesta habitación en el barrio viejo. Una habitación con las paredes desconchadas y sin ventana, pero era lo mejor que podía pagarse, además pudo comprarse algo de ropa de segunda mano, por la calor. Ya sabeis.

Asentimos con la cabeza.

Y así día tras día Pedro cargaba sacos de azúcar, de harina, de fruticas, de cacao, los apilaba y ordenaba, luego hacia los recados para llevar los cakes y demás a la gente importante de La Habana.

Dos años habían pasado desde que entró en La Dulceida, cuando uno de los empleados tuvo que marcharse fuera del país. Fue entonces cuando los dueños le ofrecieron la posibilidad de ocupar su puesto de dependiente.

Había subido de categoría, ya no era ni mozo, ni cañonero, era dependiente de una de las pastelerías más importantes de la Habana. Estaba feliz.

Cada día sobre las diez de la mañana,  entraba una joven cubana con su hija de 3 años a tomar unas mediasnoches de crema. La joven era muy hembrota (guapa), Pedro se la miraba como si mirara uno de los riquísimos cakes que ellos vendían, a ella tampoco le pasó desapercibida su mirada y sus  ojos verdes.

Después de un tiempo en el que a diario, iba a desayunar la joven y su hija. Ella se presentó.

Me llamo Teresa, y esta es mi hija Claudia.

Mucho gusto, dijo él. Yo soy Pedro, de Barcelona, llevo ya más de dos viviendo en La Habana. Antes estaba en el almacén, por eso no nos habíamos visto.

Ah, dijo ella.

Tímidamente él le dijo. Está casada por lo que veo.

Si. Se sonrojó. Y usted?

No, yo no.

Y así todos los días llegaba Teresa para tomar sus cakes. Se notaba que tenía moni, vestía con trajes de coctel.

Pedro se recomía por dentro esperando la hora de volver a verla. Había empezado a nacer entre ellos algo más que una relación entre dependiente y cliente.

Lucía y yo no movíamos pestaña. Que interesante dijimos.

Mary nos contó, que los dueños de La Dulceida, se habían dado cuenta de que aquella  amistad podría complicarle la vida a Pedro, pues le tenían buen ojo.

Un día le dijeron.

Compay solo una advertencia. La Sra Teresita,  es la esposa de un rico hacendado de la Habana muy amigo del general Batista, es una persona muy peligrosa, amigo mío, además de muy bién relacionada, y nada que pasa en La Habana pasa desapercibido a ese hombre. Es un aguajista (fantásma) y ambientoso (busca pleitos). Andate con cuidao.

Gracias por advertirme, pero estoy realmente enamorado, no había conocido nunca a nadie como ella, no se lo que nos deparará el destino.

Cada día estaban con más deseos de estar juntos. Un día quedaron en verse detrás del almacén de la pastelería.

La pequeña Claudia, quería mucho a Pedro, decía que olía a caramelo y chocolate. Él la trataba con mucho cariño y siempre le regalaba, fruticas, trozos de coco, alguna fruta bomba (papaya) o cake.

Un día la niña le dijo a su madre que le gustaría que Pedro fuera su papá. Teresa sonrió con gran tristeza en su corazón.

Era bastante dificil despistar a Carlos,  que es como se llamaba el maridito en cuestión, aquel día, excusándose en que había olvidado unos dulces para Claudia, se reunió con Pedro en el lugar acordado.

Aquél fue su primer día de amol, se comieron a besos no hubo ninguna parte de su cuerpo, que les faltara por tocar.

Que romántico, dijimos las dos, Cuenta cuenta.

Así nació entre ellos una dependencia muy grande, y dificil de esconder. Entre dulce y dulce y sorteando como podían el control de Carlos, iban quedando cuando cerraba la Dulceida.

Pedro, había instalado en el almacén, una especie de cama con sacos de azúcar y de harina vacíos, que había rellenado con hojas, para poder estar juntos cuando les fuera posible.

Y así se encontraron en varias ocasiones. Ya no podían vivir el uno sin el otro.

Todos sabían en la Habana, que Carlos era muy amigo de fiestas y acudía a los cabarés muchas noches para frecuentar a los amigotes poderosos que compartían después del espectáculo la compañía de algunas bailarinas del Flamingo, en blúmers (bragas) plumas, y purpurina. 

Carlos hacia tiempo que había oído bolas (rumores) de que su mujercita tenia un amol en La Dulceida, pero era un arrogante, y esa facha no le permitía creerse que su Teresita, prefiriera a un don nadie, a un hombre como él. Sin embargo tantas bolas llegaron a él, que contrató los servicios de un matón y la hizo vigilar.

Hasta ese momento, los cada vez más seguidos encuentros que mantenía con Pedro no habían tenido consecuencias. Pero....

Pero que?. Preguntamos, que pasó? Era como una serie novelada de la TV.

Pues, comadres. Es que se amaban locamente, con una pasión desbordada, Teresita no era felíz con el marido con el que la habían obligao a casarse desde muy joven. Su familia era muy humilde, de Mayabeque,  pero ella había salido muy guapa.

Carlos,  practicamente amenazó a sus padres a casarse con ella, aun siendo muy joven.

O habría consecuencias.

Ella lo odiaba, era cruel mezquino y peligroso, su olor a cigarro puro y alcohol, el olor a perfume barato de las fleteras (prostitutas) que frecuentaba, solo con pensar en encamarse con él se le removían las tripas.

Cuando estaba con Pedro era todo diferente, su dulzura sus palabras de amol, su olor a caramelo y chocolate, como decía Claudia, su tacto, todo en él era perfecto, se entendían perfectamente en la cama, ya me entendeis. Cuando hablaban haciendo planes, soñaban con escapar muy lejos los tres. Unos planes muy difíciles de cumplir.

Huyámos de aquí mi vida, mi amor. Teresa coge la niña y vayámonos.

No podemos. Carlos tiene unos brazos muy largos, nos encontrará. Decía Teresita.

No, si nos vamos a España, a Barcelona, o a Madrid, son ciudades grandes, allí no nos encontrará.

Piénsatelo amor mio, le decía repetidas veces Pedro. Solo de pensar en una vida sin tí, para mi no es vida.

Era puro amol mija. dijo Mary.

Y que pasó. Estábamos emocionadísimas con la historia.

Bueno, pues avisao Carlos de que esas bolas eran ciertas y de que Teresa estaba con otro, se encabronó terriblemente. Por entonces en Cuba, una persona tan bién relacionada como él, tenía a su disposición todos los matones que quisiera para hacer cualquier faena.

Pero Carlos, decidió ir a buscar en persona a Pedro.

Pedro le conocía porque lo había visto del brazo de su amada Teresa muchas veces por la ciudad, comprando en las mejores joyerias y tiendas de moda con la pequeña Claudia.

Caminando cerca del Castillo del Morro y el Malecón, o por las grandes avenidas, con su carro con chofer, o caminando.  Carlos vestía ropa cara, llevaba trajes Century de puro lino, Comadres eran los trajes cubanos por excelencia, dijo Mary. Y Teresita vestía como si fuera de coctail, casi siempre vestidos bajichupa (sin tirantes) con dibujos florales o frutas.

Según mi vieja era hembrota, hembrota.

Carlos la llevaba para lucirla.

Pedro sufría mucho de verla del brazo de Carlos, sabía que no era un hombre de ley y no la hacía feliz.

Esa tarde noche, Pedro salió más tarde de La Dulceida. Había una exposición de cakes al día siguiente y venía gente muy importante de los States a verla. Gente del cine incluso.

Era oscuro, en la calle todos los comercios estaban cerrados, en aquel momento no había nadie en los alrededores. Pedro se dio de cara con un indivíduo que le dijo.

Tu. Culicagaó, chorrapelada, se que hace mucho tiempo andas empatao con mi Teresita, y seguro también te la has echao.

Sonreimos.

Tremenda muela le metió a Pedro,  dijo Mary. (cháchara)

Nadie, me entiendes nadie aquí le hace esta afrenta a Carlos, y menos un comemielda como tú, a ti te voy a matar y a ella también, pero antes la voy a hacer sufrir.

Pedro y Carlos se metieron de lleno en una fuerte fajada (pelea). Empezaron a garnatones (bofetadas)

Todo sucedió en un instante. Carlos  saco una pistola y disparó dos tiros, Pedro cayó fulminado al suelo. El descarao  huyó corriendo.

Desde los balcones salió la gente gritando. Han matao a un hombre, han matao a un hombre. vino la ambulancia y se lo llevó.

Sin consecuencias, sin preguntas.

Al día  siguiente, en el periódico anunciaron con detalle la muerte de un ciudadano Español que trabajaba en La Dulceida.

Ajuste de cuentas dijeron.

Teresa, supo enseguida quién había sido el que había matado a su  Pedro.

Aquella noche Carlos no durmió en casa. Pero al día siguiente cuando apareció por allí, Teresa vió en sus ojos que su fin estaba cerca, en aquél momento solo sufría por Claudia y lo que le podía pasalle si ella moría.

Carlos le dijo.

Eres una guaricandilla, (mujer de la calle) y yo el  tarrú de la Habana (cornudo)  y eso no lo voy a consentir, ya me he cargaó al culicagaó de tu amante y ahora te toca a tí.

Parece ser le propinó tal paliza a la Teresita, que la dejó practicamente muerta. Pero hay alguien arriva que nos ayuda. Dijo Mary.

Que pasó, dijo Lucía.

En aquel momento, en el que aquél animal había dado la paliza a Teresita, entró en la casa el tio de ella, viendo aquel estropicio, se enfrentó a Carlos,  hubo una gran fajada, en la que Carlos de un golpe del tio de Teresa, que era ex boxeador, cayó sobre la mesa de té del salón y se abrió la cabeza, muriendo en el acto.

El tio de Teresa salió corriendo de allí. A ella la llevaron en ambulancia al hospital salvándo su vida pol los pelos. Claudia vivió durante todo ese tiempo con los tios de su vieja, hasta que esta se recuperó.

Pasaron los años para entonces estaba Fifo (Fidel) en el poder y marcharse de Cuba era la muelte, había mucha carencia, todo lo habían privatizado, era muy dificil conseguir cosas, y mucho menos salir del país. Hay mucha miseria con ese gobierno.

Teresa con grandes secuelas de la brutal fajada, con su vida destrozada por la muerte de Pedro, consiguieron ella y su hija Claudia por medio de los contactos de su tio, unos pasapoltes y nombres falsos, y salir de Cuba via los States, hacia Barcelona.

Pasaron muchos años, Claudia era ya una mujer, había encontrado trabajo curiosamente  en una pastelería de las importantes.

Que coincidencias verdad mija, dijo Mary.

Era entonces por el año 1989, tendría sobre unos 32 años. Teresa vivía con ella en un piso arrendado en el barrio Gótico, lo alquilaron al poco de llegar a Barcelona, y decoraron como si estuvieran en Cuba. Todo ello con el dinero que les dieron sus tios. Gracias a ellos pudieron salir del país, alquilar y vivir hasta que Claudia encontró trabajo.

Nunca supieron como murió Carlos. Tampoco les importó, a ninguna de las dos.

Al cabo del tiempo, entró en la pastelería un hombre, Claudia fue a atenderlo amable  como ella era.

Se acercó a él para preguntar que quería, y notó un olor que le era muy familiar.

El también cuando miró a Claudia sintió como un escalofrío, sobre todo al escuchar su deje cubano, tan peculiar.

Perdone señor, le dijo Claudia, que perfume usa? 

No uso perfume, le dijo sonriente, porque me lo pregunta?

Es que cuando era pequeña, en Cuba, yo soy de allí, mi vieja y yo conocimos a un hombre que olía como usted.

Y como se llama usted y su madre, le preguntó el señor.

Mi madre Teresa, yo Claudia.

Pedro se sobresaltó de tal manera que hizo voltear a los clientes que estaban desayunando.

Dios mío, Soy Pedro, soy yo. Eres Claudia, mi pequeña Claudia. He notado que eras cubana por tu acento, todo me transporta a aquellos años en La Habana, en La Dulceida. Tantos años no sabiendo nada de vosotras, mandé cartas al domicilio vuestro durante años y me fueron devueltas. Y estabais aquí.

Nos trasladamos aquí al cabo de pocos años de creer que habías muerto. Mi vieja una vez recuperada, quiso vivir aquí, por tu recuerdo, saber como era donde tu habías nacido.

Creíamos habías muerto a manos de mi padre.

A punto estuve, por milagro no morí, pasé casi un año en el hospital,  me salvaron la vida de puro milagro. Y tu madre.

Pues, mi padre le pego una palíza que casi la mata,  ella también estuvo muchos meses en el hospital.

Mientras, yo viví con los tios de mi vieja, él y su mujer nos salvaron la vida. Cuando mi vieja ya estuvo recuperada vinimos a Barcelona por tu recuerdo como te he dicho.Vinimos con pasaporte falso, le susurró en voz baja.

Y ahora como os llamais?

Ahora todo está bién,  nuevamente gracias al tio de mi viejita.

Y tu padre?

Murió de un golpe en la cabeza, no sabemos como sucedió.

Por favor, no me lo puedo creer. Mi Teresita, oye esta casada nuevamente tu madre?

No, que va siempre se ha sentido tu viuda, solo ha pensado y vivido por tu recuerdo. Está fastidiada de salud, los golpes le han dejado terribles secuelas.

No me importa, ella ha sido y siempre será mi gran amor.  Crees que podré verla?

Claro que si.

Aquella tarde cuando Claudia acabó su turno en la pastelería, fueron para su casa, Teresa estaba viendo una serie en la TV, primero entró Claudia.

Viejita como estás esta tarde?

Como siempre mija, porque?

Tengo una sorpresa para ti, una tan grande que no te lo vas a creer.

Teresa la miró con cara de duda.

Entonces entró Pedro.

Se reconocieron enseguida, se abrazaron, se besaron, lloraron, rieron. Habían envejecido, solo ellos, no su amol.

Lucía y yo, emocionadas.

Claudia observaba la escena, con sus manos en el corazón, emocionada y llorando de la alegría de ver a esas dos personas que tanto habían luchado por estar juntos, y que habían pagado un precio tan alto por enamorarse y amarse, volvían a reencontrase.

Al final llegó su recompensa. En una nueva etapa de su vida volvían a empezar y tenían una nueva oportunidad de compartirla en libertad. y que el tiempo que les quedaba lo vivirían con la intensidad y la fuerza que da sentido al verdadero amor.

Vaya que maravilla de historia, parece de libro, dije yo.  Lucía y yo teníamos lágrimas en los ojos.

Y que pasó con los padres de Teresa? preguntamos.

Murieron al poco de casarse con Carlos, supongo del disgusto enorme que tuvieron.

Mary, y tu madre como sabía de esta historia.

Porque la tia que las salvó, tenía tres hermanas, una de ellas era mi vieja, otra la de Teresa..

Caray casi que viviste de primera mano esta historia.

Yo era bebe, soy más joven que mi prima. pero esta historia me ha acompañado desde mi infancia.

No la has visto nunca aquí en Barcelona.

No, no nos conoceríamos.

Vaya, pues es una pena que no hagais por encontraros. Los cubanos sois muy familiares.

Si, es verdad, pero trabajando de interna, no tengo apenas tiempo de relacionarme. Hoy ha sido muy bueno encontraros. Estoy de recados para la señora que cuido.

Ha sido una alegría encontraros.

Mary a nosotras también, no lo dudes, Y nos ha encantado esta historia, le dije. Muchas gracias por compartirla, eso ayuda a creer que el amor romántico o pragma, según la filosofía, puede en algunas personas llegar a suceder. Que como mínimo ese anhelo existe dentro de cada uno,  quizá algunas lo encuentran.

No crees en él, no crees en ese tipo de amol romántico como dices tú?. Preguntó Mary.

Creo en el amor, en el Agape, ese amor entre personas, el amor universal, que une a la gente, pero en el caso del amor romántico, posiblemente algunas personas puedan encontrarlo, pienso que muy pocas.

Hay bien pocos amores así dijo Lucía, yo asentí con la cabeza.

Gracias Mary por esta bella historia

Mary salió de la pastelería y nosotras detrás. Quedamos con Lucía de vernos y seguir con el wsp.

Pero con una historia que nos llenó la mañana y nuestro corazón.

Hay historias de amor que son muy trascendentes, a mi esta me ha parecido entrañable. Un viaje a La Habana antigua, a la gente, a su música, a sus bailes, y de que a pesar de todas las dificultades, no pierden la alegría, el valor de la familia y de los amigos, el compartir y disfrutar. La añoranza de la tierra, su hogar, sus familias, que tantos han dejado allí. Ójala nadie tuviera que huir de sus países, por la miseria de regímenes totalitarios y corrúptos.

Ha sido un honor poder escribir con cariño esta historia. Gracias amigos cubanos.  Os deseo mucha felicidad y no perdais ese compartir, esa alegría, ese cariño que os hace grandes.

Vuestro delicioso acento, esa manera de expresaros,  vuestra jerga. Maravillosos.

Gracias.

Hasta pronto compays.

Deseo os haya gustado.

Gracias  Lucía por haberme acompañado en este día, a Mary, por esta inolvidable historia de amor,  gracias por  poder adentranos en la bella Cuba, y vivir desde el pasado tan bella experiencia en la entrañable Habana. Y a todos por leer mis historias y que el verdadero amor, el Agape. guíe nuestros pasos.

Gracias.

Luz y progreso.